La lección vital que nos deja el Mundial de Fútbol


La vida es una gran maestra y entre los seres vivientes, los buenos alumnos son muy escasos. Urge aumentar el número de mejores lectores, de alumnos dispuestos a aprender, a cambiar, lo que significa, a reconstruir pasos, a buscar decisiones más acertadas, actitudes más inteligentes a medida que aprendemos. A medida que transferimos enseñanzas a nuestra vida.

La vida nos ha dado una fuerte, intensa- y así vivida- lección en estos días, y, si escuchamos las voces internas entenderemos que nos invitan a sumarnos al número de lectores más capacitados, a los que intentan leer profundamente lo que la vida nos está intentando decir entre las letras vividas en el Mundial de Fútbol.

Sería, por lo tanto, un pecado grave, desperdiciar lo que tan claramente se nos está mostrando ya que se nos ha señalado como destinatarios a los argentinos, transformándonos en sus alumnos dilectos.

Por eso este llamado a tomar en serio esta lección, a tomarla en cuenta y transferirla a nuestras conductas…argentinas.

Quizás la primera y gran lección vivida hasta la mayor exaltación, la emoción y las lágrimas, fue la de hacernos sentir orgullosos de pertenecer a esta gran Nación. A esta experiencia única, fundante y emocionante se sumó la de unirnos en un solo grito, tan fuerte que nos despertó ante el mundo: ¡¡Argentina!!

Fue un ruidoso despertar que aclamó nuestra identidad mayor y nos volvió la mirada al terruño que pisamos, que nos pertenece y debemos cuidar, hermosear, presentar mejor, porque acá vivimos, porque acá están o estuvieron nuestros padres, nuestros ancestros y lo que de ellos traemos por las leyes de la herencia y del amor. Acá nacieron o nacerán los que nos sigan, los hijos y nietos … en una sucesión sin fin.

Y fueron tantas las banderas, las aclamaciones a nuestra patria que, al sentirnos tan nombrados, tan seguidos, tan reconocidos nos volvimos hacia nosotros mismos, el yo que nos distingue (y debiéramos dorar como la Copa), lo nuestro, la Nación que somos, que despertamos a la importancia: de ser, mostrarnos y enorgullecernos de ser Argentinos.

Nuestra bandera estuvo tan presente en los estadios de Qatar, en sus calles y espacios más visitados; fueron tan ruidosos y fervientes alentadores los hinchas argentinos y fue tanto y fuerte y sentido el reconocimiento del mundo, (tantos quisieron por un momento vestir nuestra camiseta y sentir como nosotros), que nos vimos en la urgencia, y ahora nos sentimos obligados a ser argentinos.

Fue un mundial, un mundial de fútbol de lo que se sirvió la vida para hacernos ver:

¡Cuánto somos, cuánto valemos, cuánto podemos!

Leer la vida es nuestra obligación de seres humanos destinados a desarrollarnos, a ser mejores y crecernos.

Reflexionar las enseñanzas de la vida es lo que debiéramos hacer en este post mundial . ¿ Y eso para qué o por qué?

Porque nos obliga la inteligencia superior de que fuimos dotados para lograr nuestra auto realización personal y llegar a la plenitud del ser humano que portamos. Llegar, aunque pocas veces establezcamos la relación, a la plenitud y felicidad que mucho tiene que ver con ser personas íntegras, éticas, creíbles. Buenas personas.

Ser mejores ciudadanos, apoyar, alentar, seguir a los líderes verdaderos, los que lo dan todo, se esfuerzan hasta el colmo de las exigencias humanas posibles para llegar a la meta que nos distinga ante el mundo, los que dan ejemplo de ser seres íntegros, padres preocupados por su prole, hombres de bien… es nuestra obligación moral argentina.

¿Sólo para qué? Para construir el gran país que late en las posibilidades ciertas de nuestro destino y de lograr lo más de nuestra calidad de vida.

* Docente.


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