Los dirigentes de la provincia no son ajenos a un proceso que crece aceleradamente en torno del insulto y la descalificación, desde Pablo Verani hasta Carlos Soria. Cuando las palabras de los dirigentes se parecen más a un tuit apurado que a una reflexión, se crea un campo fértil para el insulto, la burla disfrazada de falso ingenio y la descalificación. Estamos ante un discurso de odio. En Río Negro, desde la recuperación democrática hasta ahora, sobran ejemplos, especialmente en tiempos