Son muchas las señales que anuncian el fin de la edad dorada de las grandes compañías tecnológicas tras cerca de 20 años de expansión sin pausa ni ley. Eran las 15:12 en Nueva York cuando Elon Musk publicaba el siguiente tuit: “Espero que incluso mis peores enemigos permanezcan en Twitter, porque eso significa la libertad de expresión”. Al hombre más rico del mundo solo le faltaba una plataforma de comunicación. Entre otros negocios disruptivos, ya poseía en grados diversos SpaceX, un