Pioneros asentados en Allen y Roca: los Fernández Soteras

La historia de la familia comienza con Nicanor Fernández Alonso, nacido en Santa Colomba de Somoza. Hijo de comerciante que, a los 21 años, cuando llegó el progreso con el ferrocarril muchas familias emigraron a distintos países, principalmente a América del Sud. En 1893 se embarcó a la Argentina con su hermano Domingo y otros amigos. Nicanor y Domingo compraron tierras a en el departamento de Picún Leufú que llegaba hasta San Martín de los Andes. Crearon la estancia que luego tomó el mismo nombre que el Fortín, Cabo Alarcón, cabo que hacía el servicio de correo y que fue muerto por los indios, aunque otros dicen que se ahogó al cruzar el río Collón Curá.
Los hermanos se dedicaron a la ganadería y cría de lanares. Posteriormente disolvieron la sociedad: Nicanor se quedó en el campo; a la ganadería le agregó el cultivo de pastos, para lo cual emparejó 200 hectáreas. Su actividad comercial fue intensa, y alcanzó una amplia fama entre la zona. Uno de sus negocios más conocidos fue La Maragata, en honor a su esposa Laura: una cadena de negocios en Ingeniero Huergo, General Roca y Allen. Años antes Victorio Soteras inmigrante, maestro en Patagones, y su esposa Victoria León, habían cargado sus muebles y pertenencias en carretas y, junto con el ganado bovino, mular, lanar y caballar habían partido en caravana con la intención de cruzar a Chile.
Al hacer un alto para descansar y alimentar al ganado frente a Arroyito, Victoria dio a luz en una de las carretas a David, uno de los 8 hijos (Clodomiro, Esteban, Tomás, Teófilo, David, Laura, Lula y la Rubia) del matrimonio. 100 km más adelante decidieron permanecer y finalmente, solicitaron tierras y se instalaron definitivamente allí.
El campo de los Soteras quedó, separado por el río Limay, frente al de Nicanor Fernández Alonso que, por 1890, terminaría casado con Laura, una de las hijas del matrimonio. Dada su fuerte actividad comercial, Nicanor se vio en la necesidad de comprar un barco para transportar la lana, los cueros y las semillas. Debía trasladarse con frecuencia a Viedma y a Bahía Blanca donde tenía una barraca: ahí enfardaban la lana y luego cargaban todo en el puerto. Cuando se casaron, en 1890, se instalaron en Bahía Blanca, donde nacieron sus cuatro hijos: Victoria, Teresa, Noemí y Nicanor.
Nicanor Fernández Soteras nació el 6 de marzo de 1906, de joven se incorporó a las actividades de su padre. En 1937 se casó en Buenos Aires con Mercedes Paula Ruiz y vinieron a vivir a la casa que construyeron en Allen, en la calle Libertad (hoy Eva Perón) frente a la estación de ferrocarril, actualmente la casa del Rotary Club. Tuvieron cuatro hijos: Lydia Marta, Yeyé, Nicanor Félix y los mellizos Susana Noemí y Néstor Oscar.
A don Nicanor le gustaba contar anécdotas de su juventud, recordaba que los primeros ladrillos que se quemaron en el Neuquén fueron los que fabricó el padre de Manuel Bustingorry en Cabo Alarcón para construir la casa de negocios a fines del Siglo XIX. “En 1926/27 se enviaron al consignatario cerealero, Perlender, noventa mil kg. La embarcaron en Senillosa, desde Cabo Alarcón hasta ahí la enviaron en tropas de mulas, cuyo capataz era Antonio Gallegos”. Recordaba con mucho cariño a Carlos Curapán por su historia y su nobleza. Asimismo, contaba, con mucho dolor, cuando Cabo Alarcón fue adquirida por el estado y en julio de 1970 quedaron cubiertas por las aguas del lago Ezequiel Ramos Mexía, al cerrarse las compuertas de El Chocón.
Nicanor Fernández Soteras tenía una pasión manifiesta por el turf y los caballos de carreras. Tanto que, en la década del 30, fundó en su estancia el 2do Harás del territorio Neuquino, que comenzó cuando hizo traer un potrillo en tren desde La Plata, desde el Harás La Lula de su tío Joaquín Gorina; un padrillo y 5 yeguas de primerísimo nivel genético. El padrillo llegó a Senillosa dónde lo esperaba un peón de confianza de don Nica llamado Mariano Tricahual .
Esta fuerte pasión por el caballo y las hípicas fue heredada por sus dos hijos varones (Machín y Néstor) y también por algunos nietos que la mantienen.
Don Nicanor con su esposa, don Nica y su esposa Tutú, como se los conocía, se mudaron a una casa de General Roca hasta su fallecimiento. Historias fusionadas por el amor por los caballos y por el progreso, donde el esfuerzo dejó su impronta.
Beatriz Carolina Chávez
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