Santoral del 10 de marzo 2025: por qué la Iglesia Católica celebra hoy a San Macario de Jerusalén

San Macario de Jerusalén es recordado por su devoción espiritual y su compasión. Conocé acá su historia y una oración para que te acompañe antes de ir a dormir.

San Macario de Jerusalén, también conocido como Macario el Grande, fue un monje cristiano del desierto egipcio durante los siglos IV y V. Nació alrededor del año 300 en Egipto y se convirtió en discípulo del famoso ermitaño San Antonio Abad. A continuación, repasamos los hitos de su historia.


San Macario de Jerusalén: celebración de su vida y legado


Macario es recordado por su vida ascética y su profunda sabiduría espiritual. Pasó la mayor parte de su vida en el desierto, dedicado a la oración, la meditación y la lucha contra las tentaciones.

Su reputación de santidad atrajo a numerosos discípulos, y se convirtió en un líder espiritual venerado en el desierto egipcio. Se dice que realizó numerosos milagros y que poseía el don de discernimiento espiritual.

Aunque Macario buscaba la soledad y la contemplación, también se preocupaba por el bienestar de los demás. Brindaba consejo y orientación a quienes lo buscaban, y se destacaba por su compasión y humildad.

San Macario de Jerusalén falleció alrededor del año 390 en el monasterio de San Macario, cerca de Alejandría, Egipto. Es venerado como santo en la Iglesia Católica y en la Iglesia Ortodoxa, y su festividad se celebra el 10 de marzo.


San Macario de Jerusalén: una oración para antes de ir a dormir


Oh Dios eterno y Rey de toda la creación, que te has
dignado conservarme hasta esta hora, perdóname los pecados que
he cometido hoy con acciones, palabras y pensamientos y purifica
Señor mi humilde alma de toda la impureza de la carne y del espíritu
.

Concédeme Señor, que duerma en paz esta noche, para
que cuando me levante de mi humilde lecho pueda complacer tu
Santísimo Nombre todos los días de mi vida y derribar y
conquistar a los carnales y descarnados enemigos que me
combaten
.

Líbrame oh Señor de los pensamientos vanos y las
concupiscencias perversas que me manchan. Porque tuyo es el
Reino, el Poder y la Gloria, del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, ahora y siempre, y en los siglos de los siglos
.

Amén.


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