Si Soria pierde, no importa el candidato

El gobernador Alberto Weretilneck tiene una obsesión: que Martín Soria no sea gobernador. Dependiente como es de las encuestas, midió a sus posibles candidatos e inventó otros para darle volumen a Juntos, una fuerza que se armó desde el gobierno y el Estado y en torno de su liderazgo. Pero no le encuentra la vuelta y, para colmo, en la primera línea del gabinete su conducción ya no frena las peleas.

Es inexorable: Weretilneck se va en un año y medio. Sobre su futuro tiene tiempo de pensar, pero el armado electoral se le complica.

Soria se siente ganador y por ahora no se muestra preocupado por las intenciones de la senadora nacional Silvina García Larraburu de disputarle la candidatura del PJ, el FpV o la fuerza que use el peronismo rionegrino para las elecciones del año que viene.

El roquense tampoco se detiene a responder cada provocación del gobernador y de alguno de sus funcionarios. Y por ahora no se siente dañado por la cercanía al presidente Mauricio Macri del último candidato a gobernador de su partido, el senador Miguel Pichetto. No se lo podría reprochar Weretilneck, que lo tiene de enlace con el gobierno nacional.

Soria no debería desoír una vez más la palabra de García Larraburu. La senadora tiene sus votos en Bariloche.

Por otro lado, cuesta pensar que el peronismo (y el macrismo) no intenten mantener a Pichetto en el Senado hasta el 2025, ¿pero en qué armado electoral podría entrar?

“Soria no va a ser gobernador”. La frase la dijo esta semana Weretilneck a propósito de la actitud de los concejales de Viedma del PJ que impidieron que el Municipio se endeudara con fondos del plan Castello.

Sin candidato, pero con algo de tiempo y muchos recursos por delante (plan Castello mediante), los esfuerzos estarán dedicados a darle ventajas al candidato de Juntos y, como el Cid, ponerle su cuerpo a la última batalla. Pero, como está convencido de que sus buenas mediciones de imagen no bastan, busca la ayuda de una herramienta electoral que no existe en la provincia, la segunda vuelta electoral, convencido como está de que Soria tendría en esa instancia más votos en contra que a favor.

“El gobernador y el vicegobernador son elegidos directamente por el pueblo a simple pluralidad de sufragios, constituyendo la provincia a ese efecto un solo distrito electoral. En caso de empate decide la Legislatura”. El artículo 173º de la Constitución de Río Negro es claro.

Una reforma constitucional está, es evidente, más que descartada y para una enmienda (mediante el voto de los dos tercios de los miembros de la Legislatura más “el voto de la mayoría del pueblo”, que es convocado al efecto o en oportunidad de la primera elección provincial que se realice), es un trámite para el que ahora no parece que hubiera tiempo.

¿Una simple ley que modifique el Código Electoral bastaría? Parece descabellado pero en el gobierno provincial lo están analizando y –se dice– hasta contrataron los servicios de constitucionalistas.

Un intento de este tenor necesitaría el apoyo del Superior Tribunal de Justicia, cuyos integrantes no atraviesan un gran momento en su relación con Weretilneck. El gobernador los dejó afuera de las grandes obras de infraestructura del plan Castello y de las prórrogas petroleras.

La Justicia paga decenas de millones de pesos por año de alquiler de inmuebles y el fuero penal precisa más instalaciones y recursos ahora que se modificó el procedimiento.

Tampoco resolvió el gobierno la creación de la denominada “policía judicial”. Los que trabajan junto a los fiscales en la investigación de los delitos dependen de los mismos jefes de comisarías que antes.

La relación con la Justicia puede recuperarse pero es incierto con qué argumento impondrían la segunda vuelta electoral cuando la Constitución dispone otra cosa.

Además, Weretilneck ya tendría que ir instalando a su candidato en vez de seguir lanzando nombres para desgastar el intento de ascenso del vicegobernador Pedro Pesatti. Esta semana fue el turno del ministro de Salud, Fabián Zgaib.

Weretilneck sigue lanzando nombres de candidatos (ahora le tocó a Zgaib), con la idea de imponer una segunda vuelta electoral, aunque la Constitución disponga lo contrario.

La Justicia tiene la llave legal para imponer un eventual balotaje, pero hay cortocircuitos derivados de la reforma procesal. Por caso, aún no se creó la llamada “policía judicial”.

Datos

Weretilneck sigue lanzando nombres de candidatos (ahora le tocó a Zgaib), con la idea de imponer una segunda vuelta electoral, aunque la Constitución disponga lo contrario.
La Justicia tiene la llave legal para imponer un eventual balotaje, pero hay cortocircuitos derivados de la reforma procesal. Por caso, aún no se creó la llamada “policía judicial”.

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