A 43 años de Malvinas: Juan Fuentes, uno de los movilizados en Bariloche, que debió extender su servicio militar obligatorio por la guerra
Unos cuarenta ex soldados continentales fueron reconocidos por el gobierno de Río Negro por haber estado movilizados durante la guerra de Malvinas en 1982.
Era marzo de 1982. Juan Sepúlveda tachaba los días que faltaban para terminar el servicio militar obligatorio en la Escuela Militar de Montaña de Bariloche. Pero los planes eran otros. Este joven de 19 años oriundo de Ingeniero Jacobacci no sospechaba que el alta llegaría varios meses después debido a la guerra que se avecinaba entre Argentina y Reino Unido por las islas Malvinas.
«Yo ya había cumplido, estaba dado de baja, pero quedé como personal de reserva. Tuve que permanecer en el cuartel porque ya se sabía que se avecinaba la guerra. Había una ley especial que establecía que estábamos bajo bandera en época de guerra. Si te ibas del cuartel, eras un traidor a la patria«, relató este hombre que, días atrás, fue reconocido por el gobernador Alberto Weretilneck, junto a otros cuarenta ex soldados continentales, por haber estado movilizados durante la guerra de Malvinas en 1982.
En Viedma, cada uno de ellos recibió una medalla de reconocimiento «histórico, moral y honorífico» y se podrán registrar como afiliados voluntarios a la obra social Ipross.
«Esto se tendría que haber dado hace muchos años. Nunca pretendimos ser como los veteranos que fueron a Malvinas. Ni recibir una indemnización económica. Pero de esta forma nos reconocen como ciudadanos que cumplimos con el servicio militar obligatorio«, advirtió Juan que es trabajador de Parques Nacionales.

Se alargó el servicio militar por la guerra
Juan reconoció que el servicio militar obligatorio no fue nada fácil. «Fueron tiempos muy difíciles. En mi caso, venía de un pueblo muy chico como Jacobacci y me sorprendió la convocatoria, cursando el cuarto año del secundario. Hice el servicio militar en Bariloche. Me tendría que haber ido a Tandil pero el transporte y las comunicaciones eran difíciles, de modo que me presenté en el lugar más cercano«, contó.
Esperaba con ansias el 31 de marzo de 1982 ya que ponía punto final al servicio militar. Pero la noticia en ese momento fue un cimbronazo. A él y a 30 compañeros más les comunicaron que debían permanecer en el cuartel debido a la guerra. El argumento era que tenían «más formación en armamento y entrenamiento que quienes recién ingresaban».
«Teníamos que estar atentos porque podían llamarnos en cualquier momento. Estaba resignado y con mucha tristeza. El régimen era muy estricto. El trato era peor que a un animal porque te golpeaban. Yo era criado en el campo y jamás traté ni a un animal a los golpes. Esta gente vestida de verde te maltrataba física y verbalmente«, lamentó.
Comentó que, en ningún momento, tuvieron mucha información de lo que verdaderamente ocurría en Malvinas. «Me acuerdo que nos dieron equipamiento nuevo, pero como realizábamos prácticas en el cerro Tronador, suponíamos que era para combatir el frío. En realidad, era por si nos tocaba ir a Malvinas«, dijo.
Los jefes militares, mencionó, no les permitían reunirse con los soldados que habían ingresado ese año. El entrenamiento era continuo y la orden era disparar «a cualquier cosa que vieran», pese a estar en el predio de la Escuela Militar de Montaña.
«Formábamos parte de un grupo de 30 y éramos candidatos para ir. De hecho, había dos camiones destinados para viajar. No había plena conciencia de lo que pasaba. En mi caso, fui procesando todo con el paso de los años«, admitió.
Juan solo pensaba en retomar su vida. Mientras terminaba el secundario, trabajaba como peón en el ferrocarril, limpiando la plataforma del tren. «Era como el chico de los mandados. Me preguntaron si quería hacer una solicitud de ingreso al Estado y aprobé el examen. Mi destino era Temperley a donde me debía presentar no bien terminara el Ejército», mencionó.

El alta del servicio militar le llegó finalmente el 5 de julio. «A partir de ahí, fui maquinista de trenes y tuve que hacer tres meses de capacitaciones intensivas. Eso me ayudó un poco a olvidar todo lo que había vivido», reconoció.
«Con los años -agregó-, hubo reconocimientos para los veteranos que estuvieron en la isla y al resto, los desconocieron. Hoy, en Río Negro, al igual que San Luis, Chaco y Misiones, conseguimos el reconocimiento de que estuvimos movilizados por la gesta de Malvinas, cuando teníamos apenas 19 años. Estuvimos bajo bandera en esa época durante el conflicto bélico».
¿Qué lectura hace de la Guerra de Malvinas a 43 años? «Fue una barbaridad y un maltrato de un gobierno en decadencia que no sabía cómo hacer para permanecer en el poder«, concluyó Juan.
Era marzo de 1982. Juan Sepúlveda tachaba los días que faltaban para terminar el servicio militar obligatorio en la Escuela Militar de Montaña de Bariloche. Pero los planes eran otros. Este joven de 19 años oriundo de Ingeniero Jacobacci no sospechaba que el alta llegaría varios meses después debido a la guerra que se avecinaba entre Argentina y Reino Unido por las islas Malvinas.
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