El hombre que le dio una identidad patagónica al Carnaval en Bariloche

Javier Olavarría integra el Movimiento Carnavalero de Bariloche y diez años atrás, fue uno de los impulsores para que la ciudad vuelva a tener una fiesta de carnaval, con identidad del sur.

Con solo 13 años integró una comparsa del barrio 2 de Abril y participó en varias ediciones de los carnavales que se celebraban, allá por la década del 90, en la calle Onelli y en el velódromo. Javier Olavarría fue uno de los impulsores para que esta celebración vuelva a copar las calles de Bariloche sin imaginar que hoy, el carnaval sería una de las únicas fiestas populares en la ciudad.

«Subsistió por un fuerte laburo colectivo. Logramos construir un carnaval patagónico, con una identidad propia. Somos el sur y hacemos una propuesta distinta. Pese al clima, los vecinos participan porque estaban escaseando las actividades populares», considera Olavarría, conocido como «El Chasca».

Tiene 40 años y es promotor cultural. Integra La Negra Murguera y, aunque le cuesta reconocerlo, es el alma del Movimiento Carnavalero de Bariloche que hoy está compuesto por 20 agrupaciones. A diferencia de otros rincones en el país, asegura que Bariloche reúne múltiples expresiones culturales además de murgas y comparsas. Zamba, murga uruguaya, candombe, caporal.

Olavarría es promotor cultural. Foto: gentileza

«Estoy desde los comienzos, cuando se hizo una propuesta de laburo colectivo para trabajar especialmente el vínculo entre las agrupaciones. Sucede que hasta ahí, había rivalidad, competencia«, reconoce Olavarría, uno de los responsables de que Bariloche tenga la fiesta de Carnaval más extensa de Río Negro. El desafío fue llevar el carnaval más allá de los barrios y hoy se concentra en la calle Mitre y el Centro Cívico.

Los incidentes que se produjeron en las primeras ediciones a causa del consumo excesivo de alcohol llevó a interrumpir los festejos por más de 10 años. Un grupo del que Olavarría formó parte en 2010, propuso retomar la propuesta cultural, sin consumo de alcohol.

Siempre tuve claro el trabajo de promoción y el laburo colectivo. Más allá del carnaval, hay todo un laburo previo que no se ve: el contacto con la agrupación, armar la grilla, los ensayos, los trajes»,

Javier Olavarría, Movimiento Carnavalero de Bariloche.

«Teníamos muchos recuerdos de los carnavales anteriores. Durante 14 años no lo tuvimos y hay una generación que no vivió esa experiencia. Por eso, decidimos reconstruirlo con otra mirada: un carnaval sin alcohol», manifiesta y agrega: «Al trabajar con chicos, veíamos que Bariloche tenía infinidad de ramas del arte solo que no se expresaban colectivamente. Lo logramos con el carnaval».

Olavarría siempre participó de las actividades en la Semana de los Derechos del Niño y Adolescente, organizada por el Grupo Encuentro. Allá por 2010, comenzó a coordinar la comparsa Arrayanes. ¿Por qué se involucró nuevamente con el movimiento murguero? «Todos quieren cambiar el mundo aunque no se puede. La murga te da la posibilidad de cambiar pequeñas cosas: participar de un mural, una presentación para un día del niño, una actividad con la junta o el mismo carnaval», insiste.

El carnaval demanda un trabajo de las 20 agrupaciones durante todo el año. Foto: gentileza

En este nuevo escenario del «movimiento carnavalero» en Bariloche, destaca que cada agrupación termina funcionando como una cooperativa que sostiene un inmenso trabajo anual. «En este tiempo, muchos chicos han sido padres y los nenes siguen hoy en la actividad. Es como un cuadro de fútbol. Algo familiar. También hay mucha rotación: permanecen los históricos, algunos desaparecen y vuelven, aparecen otros nuevos», define.

Olavarría se define como un promotor de derechos y del trabajo cultural colectivo. Pidió sus vacaciones en febrero para organizar los festejos del carnaval. «Pedimos que el estado se involucre. Es todo un laburo a pulmón, ad honorem. Sería ideal que los pibes en los barrios tengan un tallerista remunerado y que los chicos reciban un refrigerio», ejemplifica.

Bariloche reúne múltiples expresiones culturales además de murgas y comparsas: zamba, murga uruguaya, candombe, caporal. Foto: gentileza

Considera que «con una proyección anual, las cosas saldrían mejor. Hoy la agrupación, en vez de enfocarse en el desarrollo del evento, la temática y la expresión, está concentrada en el sonido, las vallas para el tránsito».

Uno de los desafíos para los próximos años es crear una fábrica de instrumentos para alivianar los costos y traer talleristas del norte del país para generar capacitaciones. «Estamos hablando de barrios populares. Los grupos, además de coser y ensayar, tienen que pensar en una venta de empanadas o canelones para juntar fondos. Tenemos que encarar muchos frentes», insiste.

Olavarría integró una murga del barrio 2 de Abril cuando tenía 13 años. Foto: gentileza

Con solo 13 años integró una comparsa del barrio 2 de Abril y participó en varias ediciones de los carnavales que se celebraban, allá por la década del 90, en la calle Onelli y en el velódromo. Javier Olavarría fue uno de los impulsores para que esta celebración vuelva a copar las calles de Bariloche sin imaginar que hoy, el carnaval sería una de las únicas fiestas populares en la ciudad.

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