«El incendio marcó mi vida»: el relato de una bombera de Regina que dio todo en El Bolsón
Karina es obrera rural. Se alejó por varios días de su casa y su familia para poder ayudar a combatir el fuego. Una de las heroínas, sin sueldo.
Tierra y cenizas en sus manos, rastros de una temporada difícil. Su cuerpo no sabe de descanso, sus manos no saben de pulcritud.
Ella tiene 33 años y junta las manzanas del suelo en las chacras del Alto Valle. Y cuando levanta la vista del suelo, en cada agachada, le parece ver la columna de fuego, arrasador: son los recuerdos vívidos de aquellos días en El Bolsón.
Karina Sandoval es trabajadora rural y bombera voluntaria en Villa Regina. Ahora integra las filas de los y las más de 1000 bomberos voluntarios combatientes de los incendios de la Patagonia. Tiene tres hijos; Mateo, Benjamín y Valentina.
Hace tan solo ocho meses que es bombera. Se había anotado al curso de aspirantes en 2023, cursó durante un año y medio; y tras aprobar su recibió: hoy puede decir que es “oficialmente” bombera, contó en una entrevista con Diario RIO NEGRO.
Karina entró a los cuarteles inspirada por su hermano, bombero de Ingeniero Huergo; y también por su mamá: “Ella me incentivaba a que hiciera la carrera. Así que eso fue un apoyo y una fortaleza para poder arrancar el cursado y recibirme de bombera”, contó.

El incendio en la Comarca Andina, “fue una experiencia que quedará marcada para siempre en mi vida”, lanzó. Fue trasladada desde el Alto Valle a la zona Andina donde permaneció ocho días en total, desde el 29 de enero hasta 5 de febrero, lejos de casa.
A su vez fue una de sus primeras actuaciones de importante despliegue en su trayectoria. “Fue tremendo”, calificó al siniestro cordillerano.

Vio con sus propios ojos cómo se quemaba el Museo de las Piedras Patagónicas y le tocó controlar las llamas en dos casas de familia, las que pudieron contener. “Hubo un auto que no lo alcanzamos a salvar con mis compañeros”, rememoró.
Ella fue una de las que estuvo frente a frente con el fuego, lo atacó y muchas veces tuvo que salir corriendo para escapar. “Se nos venía encima, luchamos codo a codo con mis colegas, con gente que conocí en El Bolsón, con las dotaciones que me tocó trabajar, pero sobre todo con mis compañeros”, recordó.
“Llegamos sabiendo que se quemaba y que íbamos a dejar todo. Conocí gente, adquirí mucha experiencia porque son incendios de grandes magnitudes y eso te hace más fuerte en la lucha porque es una batalla constante con el fuego”, contó sobre la experiencia de combatir cuerpo a cuerpo.

“La adrenalina que te corre por la sangre, al escuchar la sirena es tremendo, inexplicable. Saber que alguien está necesitándote y que allá vamos nosotros”.
Karina Sandoval, bombera voluntaria de Regina.
Sin el acompañamiento de los suyos, no habría podido. “Llegar a tu casa y los abrazos de la familia y saber que están siempre y que elegís un camino de vocación y servicio; le doy gracias a Dios por ponerme esto en mi corazón”, recalcó la mujer.
“Lo que más disfruto de esta vocación es dar todo lo que está a mi alcance, sin pedir nada a cambio”, sintetizó y se delató a ella misma: una servidora incansable.

Los obstáculos también están a la vista. “Lo difícil es que muchas veces nada de lo que hacés alcanza. Pero como bomberos, damos todo lo mejor de nosotros”, comentó Karina.
“Como decimos con mis compañeros, somos los ángeles del fuego”, cerró Karina, abocada a un oficio que volvería a elegir siempre, mil veces más.
Sin sueldo, pura entrega
A diferencia de los brigadistas que son parte de la planta de la administración pública nacional, los bomberos voluntarios no reciben ningún pago por su labor y todo lo que hacen, lo llevan adelante de manera voluntaria, resignando horas de familia, de trabajo y de ocio.
Como todos sus pares, Karina tiene su trabajo y de manera adicional se desempeña como bombera, solo están alcanzada por una cobertura médica.
Ella es una de las 15.000 de 58.000 bomberos de todo el país (25% mujeres), según datos de la Fundación de Bomberos Argentina. Del total, 43.000 son varones.
Además, bomberos voluntarios de otras provincias como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa se movilizaron para combatir los incendios en Río Negro y Neuquén.
Tierra y cenizas en sus manos, rastros de una temporada difícil. Su cuerpo no sabe de descanso, sus manos no saben de pulcritud.
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