Guardianes de la salud que viajan a los parajes más lejanos de Neuquén

Una misión en la que la medicina occidental se encuentra con los saberes ancestrales de las comunidades mapuche.

Cargan las mochilas con los medicamentos, los instrumentos y las ganas de llevar salud a los parajes más aislados de la cordillera en Neuquén. Son las cinco de la mañana y todavía es de noche cuando se suben a la camioneta que los llevará a visitar a los alumnos de primaria de la escuela rural N°161 ubicada entre montañas y ríos cristalinos. Saben que al llegar, las sonrisas y el entusiasmo de aprender cosas nuevas estarán ahí. Hablamos de los médicos y agentes sanitarios de San Martín de los Andes, los guardianes de la salud que emprenden un nuevo viaje a las zonas rurales donde la medicina occidental se encuentra con los saberes ancestrales de las comunidades mapuche.

En San Martín de los Andes, el equipo de salud rural recorre cada mes los parajes más aislados de la región para garantizar el acceso a la atención médica. Bajo la coordinación del Hospital Doctor Ramón Carrillo son médicos, asistentes sociales, psicólogos y agentes sanitarios los que visitan parajes y cinco postas sanitarias, brindando atención primaria, acompañamiento social y promoción de la salud.

El equipo trabaja de martes a viernes, cubriendo todo el territorio rural con un cronograma fijo. «Todos los meses recorremos los 14 parajes. Algunos, dependiendo de la cantidad de población, los visitamos dos veces al mes«, explicó la jefa de Salud Rural del hospital, Angélica Contreras.

A pesar del desafío que representa el invierno en la zona cordillerana, las visitas rara vez se suspenden. «Se sale con campera, botas y mochila. Tenemos una camioneta, así que salvo casos extremos, llegamos igual», detalló.

Las visitas se organizan en postas sanitarias o directamente en los domicilios. En parajes como Lago Hermoso, Lolog y Bandurrias, donde no hay postas, el equipo recorre casa por casa.

Los médicos revisan las libretas de vacunación. Foto: Gentileza.

Además, trabajan con ocho escuelas primarias de la región, promoviendo la prevención y la educación en salud. «Siempre buscamos captar la atención de los niños con talleres cortos y actividades lúdicas», contó Contreras.

Estas visitas a las escuelas siempre fueron con un equipo de salud reducido. Sin embargo, todo cambió con una propuesta. «La posta va a la escuela» fue el proyecto que nació de dos mujeres agentes sanitarios, Maira León y Doraliza Castillo.

«Ellas me presentaron el proyecto y arrancamos por la escuela N° 161 del Área Rural, ubicada en Payla Menuko», contó la jefa de Salud Rural. «Si bien el agente sanitario de cada posta va mucho a las escuelas, nunca habíamos tenido la posibilidad de llevar muchos dispositivos, pero tuvimos una excelente recepción», expresó.


La posta va a la escuela rural N° 161


Uno de los ejes fundamentales del trabajo en el área rural es el respeto por la interculturalidad. «Llevamos una medicina occidental, pero también aprendemos de las medicinas tradicionales de las comunidades mapuches. Todo se hace en acuerdo con sus autoridades», aseguró contreras.

La primera actividad en la escuela rural N° 161 fue el ejemplo perfecto ya que el 90% de los estudiantes pertenecen a la comunidad mapuche.

Ese día el equipo llegó a la escuela en dos viajes, porque solo tenían a disposición dos camionetas y eran muchas personas.

Personal de salud en la escuela 161 de Payla Menuko. Foto: Gentileza.

Concurrieron los médicos Patricio Piscicelli, Emanuel Castellani, junto a los residentes Julián y Julieta; además de rotantes de Atención Primaria de la Salud. Cómo odontóloga Luciana Grahl y su asistente Claudia Lovaiza; Sabino Larocca, como enfermero y los agentes sanitarios urbanos y rurales que presentaron colaboración fueron Fernanda Aguirre, Cristina Curruhuinca, Pilmayquen Curruhuinca, Paula Pérez, Claudia Colipan, Tania Ramirez, Danila Castilla, Mariela Sayhueque, José Rodríguez, más las propias agentes del lugar Maia y Doraliza.

Cuando llegaron, la comunidad había organizado una ceremonia de apertura para recibirlos. «Fue re lindo poder verlo, poder participar, que nos hicieran parte y que nos recibieran con los brazos abiertos«, expresó Contreras.

Adentro de la escuela, se armaron distintas estaciones donde los niños iban rotando según su grado. En una sala, los médicos revisaban las libretas de vacunas y aplicaban las dosis necesarias. En otro sector, los odontólogos revisaban los dientes y enseñaban cómo cepillarlos. También hubo talleres sobre hábitos de higiene, donde los más chicos aprendieron a cómo lavarse las manos adecuadamente.

Algunas familias también se sumaron. Mamás, papás, hermanos y hermanas llevaron a los pequeños de la mano aula por aula, otros se quedaron escuchando atentamente las charlas sobre alimentación saludable y prevención de enfermedades.

«Nos sumamos todos: médicos, enfermeros, odontólogos y asistentes«, dijo Contreras y agregó que demandó una gran organización previa. «Tuvimos que reorganizar turnos o suspender agenda en el hospital para poder participar, pero valió la pena», aseguró.


La medicina occidental y ancestral confluyen en las escuelas


En toda esta aventura, la construcción de vínculos basada en el respeto y la interculturalidad es clave. Por esto, la relación con las comunidades mapuche es un aspecto fundamental de la labor.

Contreras comentó que el equipo sanitario tiene claro que son invitados por las comunidades y es así que no intentan imponer prácticas, sino que el pilar de la actividad es la comunicación. «Todo se realiza en acuerdo y de la mano de las autoridades de las comunidades y los lonkos«, detalló.

La medicina occidental y ancestral conviven en la escuela. Foto: Gentileza.

En las escuelas rurales, la presencia del equipo de salud se da a través de talleres breves y dinámicos que buscan captar la atención de los niños sin interrumpir su rutina. En estos espacios, los agentes sanitarios no solo llevan información, sino que también reciben la mirada de las familias sobre cómo entienden la salud y el bienestar.

En cada visita, además de llevar vacunas, controles médicos y charlas de promoción de la salud, surge un intercambio en el que también se aprende de las prácticas medicinales ancestrales.

Tras el éxito en Paila Menuko, el equipo ya planea replicar la iniciativa en las otras siete escuelas rurales. «Fue nuestro primer gran proyecto con los agentes sanitarios en terreno y vamos por más. La dirección del hospital nos apoya y eso nos permite seguir avanzando», concluyó la Jefa de Salud Rural.

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