Qué pasó en Villa Llanquín durante los seis días del corte de la Ruta 237 por el riesgo de explosión

Los bomberos de Villa La Angostura procedieron en el lugar del accidente para evitar explosiones. Los pobladores de Villa Llanquín reclamaron que no hubo suficiente información: "La sensación era: 'Dejemos que Llanquín explote'".

Después de seis días de incertidumbre, Vialidad Nacional habilitó la circulación por la Ruta 237, a la altura del kilómetro 1606, cerca de Villa Llanquín, a unos 40 kilómetros de Bariloche, donde el sábado por la tarde un camión que transportaba gas licuado de petróleo impactó contra un auto. Ambos vehículos se prendieron fuego lo que generó una fisura en uno de los tanques de gas. El temor, hasta hoy, era que generara una explosión.

«Ya dejó de quemar y está largando gas, pero crudo. Están inertizando el tanque con nitrógeno para que después, puedan entrar los bomberos para el lavado final», detalló Carlos Gutiérrez, el jefe de Bomberos de Villa La Angostura, a Diario RÍO NEGRO, a media mañana de este jueves.

A unos pocos metros, en Villa Llanquín, los trabajadores de la balsa Maroma cruzaban el río Limay como siempre, como si nada pasaba. Pero de tanto en tanto, surgía un comentario que marcaba que el día no era del todo normal. «Quién sabe cuándo abrirán la ruta«, comentaba uno de ellos. Un ruido ensordecedor se escuchaba de fondo, que provenía del lugar del accidente que, por momentos, se mezclaba con el cacareo de los gallos.

Tras la limpieza del tanque de gas, se realizaron las pericias y, pasadas las 13.30 los bomberos de Villa La Angostura abandonaron el sector del accidente tocando las bocinas de la autobomba, en señal para los transportistas que aguardaban a un costado de la ruta, unos kilómetros más adelante: finalmente podrían circular.

Nora Toro, una mujer de 68 años, fue una de las personas evacuadas el sábado a la noche, pocas horas después del accidente. «La explosión fue tan terrible que movió los vidrios de mi casa. Le siguieron varias más. Ese mismo sábado a las 21, la policía se acercó a mi casa, a la de mi hijo que vive más cerca de la costa del río y a la de mis vecinos, los Malaespina, y nos dijo que nos teníamos que retirar porque el camión corría peligro de explotar», contó Nora que padece asma y desde el sábado, estaba muy afectada por el humo que envolvía a Llanquín, un pueblo de 350 habitantes.

Villa Llanquín está ubicada a 40 kilómetros de Bariloche y tiene 350 habitantes. Foto: Marcelo Martínez

De inmediato, tomó algunas pertenencias y se marchó a la casa de una de sus hermanas que también vive en el paraje, aunque a un kilómetro de distancia. Lamentó haber dejado en su casa a sus perros, gatos y gallinas. Pero desde el domingo, cada día, «se hacía una escapada» para darles de comer. «Todos estos días no hemos dormido. Antes de ayer vimos una camioneta en el lugar y se sentía un olor raro de algo que le estaban poniendo al camión. Pensamos que podía explotar», admitió.

William Trujillo, segundo jefe de Bomberos Villa La Angostura, explicó que el martes pasado, un grupo de especialistas se acercó al camión para colocar «mecheros con temperatura a fin de acelerar el consumo del gas«. «Están tratando de meterle calor al cilindro de gas, de modo de acelerar el proceso de emanación del gas que se va quemando», advirtió.

Así trabajaban los bomberos esta mañana antes de las pericias. Foto: Marcelo Martínez

Nora cuestionó que, durante todos estos días, no han recibido información respecto a la situación. «Nos vamos enterando por la radio. Convivimos con una llama enorme que estaba dele quemarse día y noche, y desde el sábado estaba prendida», indicó.

Así trabajaban los bomberos esta mañana antes de las pericias. Foto: Marcelo Martínez

El anuncio que todos esperaban sobre la Ruta 237 por el riesgo de explosión


«¡Se apagó!«, gritó Héctor, docente de la escuela de Villa Llanquín, al tiempo que detenía su bicicleta al costado de la ruta de ripio que bordea el río. «Pensamos que el accidente era cosa de un día y ya llevamos seis. De todos modos, no se suspendieron las clases. Solo nos afectó que no pudo llegar el camión con harina, pero el pan lo suplantamos con manzanas«, contó.

Unos metros más adelante, Hernan Rietcher salía de su casa sin dejar de mirar hacia atrás, en dirección al lugar del accidente. No se veía nada porque unos matorrales tapaban la visión, pero hasta ayer, dijo, se observaba una columna de humo. «Toda la vida vivimos acá. Mis abuelos nacieron acá y ahora están mis padres que son grandes. Estamos desde hace días en vilo, sin saber nada de nada. Porque nadie tira información. Pasa la policía por acá cada tanto y suponemos que si hubiera riesgos, nos hubieran venido a sacar. Pero no sabemos nada«, planteó.

Villa Llanquín desde el cielo. Foto: Marcelo Martínez

El comisionado de Fomento, Cristian Sánchez, coincidió con los pobladores respecto a la falta de información: «Yo pregunto, pero no pasan información. El sábado preparamos la escuela para la gente que se evacuara, pero no vino nadie. Muchos se resguardaron en casas de familias y otros no se quisieron ir por sus animales», admitió.

Cristian Sanchez, el comisionado de Villa Llanquín, lamentó que todos estos días no tuvieron gas. Foto: Marcelo Martínez

«¿Cómo se vivieron los últimos días ante el riesgo de una explosión?», se consultó. «Cortaron la ruta, pero los turistas llegaban igual. De hecho, se veía mucha gente pescando. Lo contradictorio es que no dejaban pasar a las maestras y veías gente que iba y venía, como si nada», afirmó.

Lo más complejo, expresó Sánchez, fue que se quedaron sin gas ya que el camión no pudo llegar para recargar los tubos.

La sensación en Villa Llanquín: «Dejemos que Llanquín explote»


Frente a la Comisión de Fomento, una mujer jugaba con su pequeño hijo. «Nunca supimos muy bien cómo estaba Llanquín y cuál era la gravedad del asunto. Solo que no dejaban pasar a nadie. La sensación era: ‘Dejemos que Llanquín explote'», cuestionó.

Esteban, un trabajador de Edersa, también se lamentó de que durante seis días, «la gente estuvo especulando acerca de qué podría pasar. Nos dijeron que podríamos sentir una explosión. No paramos la rutina, pero un poco de miedo hubo. No sé si estamos preparados para resistir algo así. Estamos a la deriva de todo: la Balsa deja de funcionar a las 20 y todos los caminos internos tienen tranqueras. No es fácil salir si llega a pasar algo».

Por su parte, Milton Maraboli, integrante del cuartel de Bomberos de Villa La Angostura, destacó el conocimiento de sus colegas «en materia de riesgo y análisis de situaciones con materiales peligrosos». «Estuvieron desde el primer momento en el lugar, las 24 horas. Se las arreglaron con su propia logística para sus alimentos y traslados. Muchos han dejado a sus familias todo este tiempo para atender la emergencia», recalcó.

«Acá nadie se atrevía a decir nada, entonces no sabíamos bien qué hacer», contó Juan Carlos paredes un camionero chileno. Foto: Marcelo Martínez

Seis días de espera a la vera del río en Villa Llanquín


Cuando pasó la autobomba de bomberos tocando bocina, Juan Carlos Paredes, un camionero chileno, levantó los brazos, exultante, saludándolos. «Ahí avisaron que abrieron. Ya era hora«, gritó con una sonrisa a otros dos hombres.

Los transportistas celebraron la apertura de la ruta. Foto: Marcelo Martínez

Este chileno quedó atascado en Villa Llanquín el sábado por la tarde. Salió de Osorno, cruzó el paso Cardenal Samoré, con rumbo a Neuquén donde tenía previsto cargar gas licuado de petróleo, destino al que nunca llegó.

«Uno está acostumbrado a los cortes de ruta por los piquetes o por accidentes. En este caso, ha sido tremendo. Me llama la atención porque he visto vehículos caer al río y no se abren, pero ahora con este accidente puntual, se rajó, cosa que nunca pasa», se sorprendió. Pasó los seis días en su camión, estacionado en la banquina, a muy pocos metros de la balsa Maroma. «Ando siempre preparado con comida. Uno va aprendiendo. Y estuve durmiendo en el camión donde preparé como una especie de dormitorio. Pero es la primera vez que tengo que esperar tantos días«, reconoció.

Juan Carlos paredes es un camionero chileno. Estuvo varado en Llanquín durante seis días. Foto: Marcelo Martínez

Paredes admitió que, en varias ocasiones, pensó en regresar en dirección a Bariloche para tomar otro camino hacia Neuquén, pero la incertidumbre le ganó. «Con información, uno puede decidir qué hacer. Pero acá nadie se atrevía a decir nada, entonces no sabíamos bien qué hacer«, comentó.

Antes de retomar camino, Paredes se estrechó en un abrazo con Adrián Castaño que acababa de juntar agua del río en un bidón. Este turista, oriundo de General Madariaga, viajaba con su esposa en un motorhome, conociendo la Patagonia, cuando se le rompió la bomba de agua. Su vehículo quedó en la banquina, pasando Llanquín, muy cerca del lugar del accidente.

Adrián Castaño viajaba en motorhome con su esposa y se le rompió la bomba de agua. El repuesto no le llegaba por el corte de la ruta. Foto: Marcelo Martínez

«Me tenía que llegar el repuesto, pero fue imposible por el accidente. Por suerte, estos días han sido leves. Nos hicimos muchos amigos en este lugar que nos tendieron una mano. Todavía hay buena gente dando vueltas«, mencionó.

Tras abrir la Ruta 237, Vialidad Nacional informó que personal de la empresa Transol, propietaria del camión que protagonizó el accidente, continuará los trabajos sobre la banquina. Por eso, se solicita transitar con extrema precaución y respetar las indicaciones del personal policial.


Después de seis días de incertidumbre, Vialidad Nacional habilitó la circulación por la Ruta 237, a la altura del kilómetro 1606, cerca de Villa Llanquín, a unos 40 kilómetros de Bariloche, donde el sábado por la tarde un camión que transportaba gas licuado de petróleo impactó contra un auto. Ambos vehículos se prendieron fuego lo que generó una fisura en uno de los tanques de gas. El temor, hasta hoy, era que generara una explosión.

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