Zulma, la reina de la peña de Neuquén
Fue empresaria metalúrgica, reina provincial y cocinera desde los 11 años. Llegó de Salta y armó un espacio intimista donde priman las ganas de hacer música y en el que se valora la pasión de los jóvenes músicos que quieren mostrar lo que hacen.
Sábado por la noche, El portón eléctrico de una casa de barrio comenzó a levantarse y detrás de el asomaba un universo en la ciudad de Neuquén. Había un par de adolescentes, guitarra en mano, ajustando micrófonos y “amplis”. Un patio de plantas frondosas, y una puerta que llevaba a un espacio cerrado con mesas de madera y manteles de plástico. Un cartel rojo anunciaba lo que se vendría: “La Salteña”.
El público se fue acomodando y pidiendo el menú del día, había varias opciones pero si la propuesta principal era empanadas salteñas no había mucho que debatir entre los comensales.
En el calor de la cocina estaba ella: Zulma Rodríguez, salteña de nacimiento, empresaria metalúrgica, amante de la música y cocinera desde los 11 años. Su sonrisa amplia acompañaba el armado y cocción de las empanadas, pero jamás dejó de mirar al costado para estar segura de que todo en su espacio se estaba desarrollando tal y como ella lo pensó durante toda la semana.
En el 2010 abrió una peña folclórica en su hogar para “despuntar el vicio”. “Yo ya tenía mi capital armado y cuando llegué a Neuquén quise darme un gusto en vida”, aseguró sentada en una de las mesas en las que se sentaron varios artistas locales.
A los 15 años en su tierra natal, fue emancipada por su padre para que pudiera escriturar terrenos que la familia tenía y había heredado. Con ese potencial económico fundó en Salta una metalúrgica y un taller de bobinado. “Estudié en una escuela técnica y utilicé ese potencial para salir adelante”, aseguró. Fue reina provincial de Salta y reina de la Vid, eso le permitió acceder a una efímera carrera de modelo. Fue la cara de varios productos comerciales. también trabajó en un estudio de abogados y contadores.
Se casó, tuvo hijos e hijas. Su vientre gestó 11 descendientes de su sangre y de su fuerza de mujer. Solo sobrevivieron cuatro. ¿Eso la paralizó? Pues no. Ella miró al «interpelador» y sonrió mientras cebada un mate dulce. Su hija Abigail, sentada a su lado asentía en silencio cada palabra de su madre con admiración.
En los años 80 las cosas no andaban bien en su tierra natal y su marido decidió salir a recorrer el país para encontrar un lugar con mejor futuro. “Yo le dije: donde vos veas que hay una fila de gente comprando comida quedate ahí. Estuvo en varias provincias hasta que llegó a Neuquén y vio la fila de gente en Mallorca ( una reconocida rotisería de la capital) y me vine para acá”, recordó.
El matrimonio y sus hijas se mudaron a estas tierras. Acá, ella que “siempre fui la empresaria de la familia”, buscó la oportunidad. Con las maquinas que trajeron de Salta fundaron una de las primeras metalúrgicas de la ciudad, luego abrieron otra empresa y una firma de servicios para petroleras.
Fue gerente, dueña, empleada, coordinadora, contadora, fue todo. Y cuando tuvo la certeza de que sus hijas tenían un futuro asegurado relajó y abrió la peña “La Salteña”, ubicada en calle Intendente Carro 563 de la ciudad de Neuquén.
“Pensé un espacio intimista. Por acá pasaron grandes músicos locales. Pero yo siempre apunté a los chicos que se animan a la música pero no encuentran otro lugar para mostrar lo que hacen. Cuando me piden un lugar ellos vienen un rato antes y tenemos una charla previa. Yo los animo a que se animen, que sepan que éste es un espacio familiar, que nadie los va a juzgar, que lo importante es que se sientan cómodos con lo que hacen”, dijo.
Pero también es un espacio en el que se encuentran los músicos para componer o para ensayar un repertorio o para ver si «sale algo de la juntada». «Yo busco que sea un espacio para la cultura musical. Muchas veces me dijeron que tenía que ampliarlo, pero siempre dijo que no. Porque no quiero que se pierda la magia de la bohemia», aseguró. Y mientras los músicos hacen la suya, ella les sirve sus empanadas salteñas cocidas a las brasas.
Zulma es la cocinera, es la administradora del lugar, es la que se encarga de tener el salón en condiciones, es la que de lunes a viernes abre y cierra su agenda para «acomodar» a los grupos que quieren tocar en su lugar. Y es la que en medio de las noches peñeras cuando todo ya está funcionando, con su delantal y gorro de cocinera se sienta en el patio y se deja llevar por el humo de un cigarrillo. Pero sin descuidar lo que pasa adentro.
«Yo estoy pendiente de todo. Si de repente el clima decae soy la que sale a arengar con aplausos y gritos e invito a la gente a que se sume a cantar. Que se anime a agarrar el micrófono o un instrumento y cante; porque de eso se trata esta peña», dijo con orgullo.
Y eso siempre funciona. El sábado pasado por la noche estuvieron allí Maxo y Tomás con su banda “Los Mani0’s”. Dos adolescentes que hacen música en sus casas y en juntadas con amigos. De música saben, uno porque estudia dentro de lo que se denomina «educación formal» y el otro porque viene de una familia «musical». Pero ambos, despojados de todos los preconceptos tienen al momento de abrazar la guitarra una pasión por la música que les brota de las entrañas sin herencias.
«Eso es lo que me gusta de los chicos que vienen a tocar acá. Algunos vienen con miedo, otros inseguros, otros que no saben qué hacer. Pero cuando llega el momento son tan espontáneos, tan naturales. Encuentran el momento para que salga afuera su pasión que es la música. Y si los escuchas y los ves es como si estuvieran tocando en el living de su casa», fue contundente la reina salteña.
“Si hay un chico o chica que disfruta de la música y quiere mostrar lo que hace, hay que estar ahí”, concluyó mientras invitaba unos pancitos recién horneados que ella misma elaboró para durante la tarde para contar su historia.
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