Una cruda realidad, donde el Estado miró para otro lado

El Estado estuvo ausente, coincidieron fiscales y defensores, ante la vulneración de los derechos de niñas de entre 13 y 17 años. Operadores del Centro de Atención de Niñas y Adolescentes sabían que las chicas tomaban droga en los techos de esa institución, que se iban con hombres y no regresaban. Se tardó en hacer la denuncia, hubo extensa demora en tomar el toro por las astas y mientras tanto, las gravísimas situaciones se profundizaron.

La víctima de esta causa –en los otros expedientes hay otras niñas– espera su segundo hijo y sus conflictos no cesan. En sus menos de 20 años ya ha vivido de todo y para colmo, mientras este juicio se sustancia, su nombre se menciona y se dan a conocer detalles íntimos de su vida privada.

La sociedad reclama Justicia, pero también señala. Comenta y re victimiza. Y el Estado mira para otro lado. Siempre persiste la duda de si aún con siete detenidos y nueve procesados, con algunas de las jóvenes en centros de rehabilitación y otras bajo algunas medidas preventivas, estos hechos deleznables siguen ocurriendo, con otros hombres, con otras niñas, en otras chacras o en distintos barrios de la ciudad, y en tal caso, quién interviene para evitarlo.


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