Venta ambulante en el río de Neuquén: alternativa frente a la crisis
Todos esperan que las ventas repunten durante el período de vacaciones. Las ferias y una biblioteca móvil se suman a la oferta de comida.
Desde los clásicos churros, roscas y tortas fritas, hasta los panes rellenos de los universitarios y potes de ensalada de fruta venden los ambulantes en la vera del río Limay en los diferentes balnearios que estos días se poblaron de bañistas.
Las sorpresas no faltan: las ferias de diseño en una promoción de finde en la isla 132, y la “bicicloteca”, para compartir libros a la sombra en el Río Grande, con la campaña de la biblioteca popular “Berbel”.
Todos esperan que “arranque” la temporada, porque la venta “viene lenta”. “Ahora que terminan las clases se empieza a llenar de gente en la semana, por ahora mucho visitante de paso: Córdoba, Comodoro Rivadavia, Mendoza, pocos de los barrios neuquinos aún en el Sandra Canale”, de lunes a viernes, comentó el equipo de guardavidas.
“Siempre se llena después del 25, cuando los chicos están todos de vacaciones”, coincidió el matrimonio Salgado, que llegan desde Almafuerte con su carrito choripanero para vender papas fritas, panchos, agua caliente para el mate y agua fresca. “No vendemos choripán porque no sale, el año pasado fue malo por las aguas contaminadas, este año por el viento se puso feo, así es que estamos esperando que arranque”, dijo el vendedor. Ambos explicaron que se ve mucho “gasolero” en el río, que traen sus propias galletitas para el mate.
Claudia Méndez está apostada hace varios años en la zona de la rambla en la isla 132, con jugos, gaseosas, agua para el mate y rosquitas. “La temporada está lenta, ni para atrás ni para adelante; hace dos años atrás vendía las rosquitas a media tarde, ahora son las 21 y a veces no termino las 15 docenas”, dijo.
Antonio Quintremil hace 32 años que vende helados a la vera del río; arrancó a los 17 con los helados Macri, siguió con Laponia, luego Montevideana y ahora vende los palitos de Grido. Palito bombón – helado es un clásico a la vera del Limay y se vende como pan caliente. “La temporada está como el tiempo, engañador”, dijo.
“Yo vendo todo horneado: alfajores de maicena, pasta frola, scones dulces y con nuez; se camina mucho pero tengo mi clientela que no me deja sola”, dijo Teresa Pérez, otra vendedora convencida de que no hay mala temporada. “Tengo que agradecerle mucho al río, se me abrió esta bendición de Dios, conozco mucha gente, y me va bien. A veces son las 12 de la noche y estoy horneando”, describió.
En las puertas del Río Grande, Roberto vende sus inflables y espera que el público mejore la respuesta, porque hasta ahora las ventas no fueron buenas.
“No le alcanza, a la gente no le alcanza y se nota, pero me quedo en esta esquina y espero que mejore”, dijo. De estrategias de venta ya sabe, porque a los 6 años salió a vender alfajores y no dejó más la venta callejera.
Para los que cuidan la silueta, hay un carro que ofrece alimentos saludables con ingredientes naturales.
Con los libros
a cuestas
Parecía un vendedor de churros ambulante, pero una rápida vista a la “bicicloteca en el río”, permitió detectar el error: las estanterías tienen libros para que la gente vea, se lleve y luego devuelva o traiga otro.
“Parecía que los chicos no quisieran leer, pero no es así, es increíble los jóvenes como se llevan libros, y traen otro de reemplazo”, dijo Miguel Ángel Savone, el conductor de la bicicleta con libros, que debajo de la sombra de un árbol, ofrece lectura a la vera del Limay en la calle Democracia.
La propuesta es simple: 1) agarrá un libro que te guste; 2) leelo, llevátelo; 3) devuelve el libro u otro. Con estas consignas, la biblioteca popular Hugo Berbel se pasea por la costa del río.
Una feria de diseño a la
orilla del río
La feria de diseño y de artesanías de distintos puntos de la provincia resultó exitosa en los dos días de venta en la isla 132. “Teníamos previsto hacerlo el sábado y domingo; pero debido al viento se atrasó un día, todos vendieron bien”, dijo la directora provincial de políticas públicas, Yamila Hermosilla, responsable del programa “hay producción”.
“Nos enteramos por la página de Economía Social y es la primera vez que participamos, somos de El Chañar y hacemos macramé; intentamos vivir de esto; se refleja cómo está la economía, pero algo se vende”; dijeron Alejandra Garcpua y Esteban Ramírez.
Para Beatriz, del oeste de Neuquén los dos días de venta en la feria a la vera del Limay fueron exitosos. Vendió muchas de sus muñecas de tela y la venta de juegos didácticos fue un éxito. “Es una salida, como un segundo turno; soy docente de un turno y en el otro me dedico a las muñecas”, describió.
La voz de la ribera
Una oferta variada
Datos
- ”Acá nos fue mejor que en la feria de Senillosa. El año pasado costó más poder vender toda la mercadería”.
- Amelia, vendedora de rosquitas
- “La vamos luchando siempre. En la temporada de verano vendo tortas fritas y pasteles en el Paseo de la Costa o en Gatica”.
- Sergio Benítez de El Progreso
- “Nos dedicamos a la cerveza artesanal. Para venir al río trajimos esta crema irlandesa para que se conozca y nos fue bien”.
- Carlos Bramati de Alta Barda
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