Violencia en el fútbol, una situación penosa que nos interpela a todos

Tristeza, desidia y hasta cansancio. Eso genera la violencia. Los hechos que ocurrieron en los últimos días, con agresiones graves, visten una realidad nefasta que se vuelve habitual. Los casos recientes que se dieron en la Liga Confluencia no son aislados, sino que obedecen a una coyuntura de la que hay que hacerse responsable sin hipocresías, si es que se pretende mejorar algo.

Estas agresiones verbales y físicas nos interpelan a todos. Más allá de las sanciones y juicios de valor que cada uno hace desde lo individual, hay una responsabilidad social de los actores públicos que directa o indirectamente intervenimos en la actividad deportiva.

Es pertinente contemplar la necesidad de bajar el nivel de agresividad desde los protagonistas como también el de los dirigentes. En una Liga amateur como la Confluencia, todos hacen un gran sacrificio por cumplir fecha a fecha en un contexto económico muy desfavorable, poniendo horas de laburo y hasta plata del bolsillo propio.

Para no despilfarrar ese esfuerzo es que deben frenarse de una vez por todas estas actitudes avasallantes. Por caso, dirigentes insultando y justificando agresiones en espacios públicos (incluso publicándolo en redes sociales) van en detrimento del fútbol.

Los árbitros necesitan ser protegidos a través de la reglamentación que ya existe y, al mismo tiempo, precisan capacitación y evaluación constante. La conducción de los partidos es muy importante en un deporte que pone emociones en juego.

Desde quienes informamos, el sensacionalismo y la adjetivación permanente tampoco ayuda. A veces por tener un ‘‘Me Gusta’’ o una compartida más de un posteo se comunica cualquier cosa. Todo esto alimenta a un clima en el cual nos encontramos todos inmersos y del que hay que salir para que la violencia no nos tape.