Yeye, el artista de la cultura paisa-rock
Lejos de encasillarse en la platería tradicional criolla, Julio César Gianelli se siente parte de un arte dinámico. Destacado entre sus pares, diseñó piezas para colecciones privadas del exterior.
Carga con el nombre de la mítica figura romana Julio César, pero es conocido por un apodo de cuyos orígenes poco quiere hablar porque es una “larga historia”, asegura “Yeye”, el artesano de los metales y referente de la cultura popular.
“Soy un pibe de la calle que me crié en un pueblo muy chico, en Balcarce, con una ciudad potente como Mar del Plata al lado. De chico trabajé en una fábrica donde hacían unos conocidos soldaditos y aprendí a soldar en plata por una pieza que llevaban. Eso me convirtió en ayudante de artesano”, relata Julio César “Yeye” Gianelli, detrás de una lámpara que concentra la luz en la pieza que trabaja sobre su banco platero, que tiene más de un siglo de historia.
En su prolijo taller donde predominan las herramientas ordenadas, cinceles que se multiplican y una estufa a leña, el artesano logra la inspiración y traduce en sus piezas –que van desde mates, bombillas, cuchillos con símbolos y detalles calados, hasta joyas– todo el bagaje cultural absorbido en sus 62 años de vida, desde sus orígenes en la pampa bonaerense hasta su paso por la hostilidad de Comodoro Rivadavia y su tránsito por El Bolsón, donde oficiaba de obrero de la construcción. Así llegó a Bariloche en 1979, un lugar con el que “me siento compenetrado y consustanciado”, afirma este hombre que reivindica su origen y militancia “peronista y soldado del pueblo”.
Desde este rincón de la Patagonia, Gianelli fue destacado entre cien plateros en el Encuentro Nacional de Plateros y su biografía figura en una edición del libro de ese evento del Fondo Nacional de las Artes. Fue contratado para montar una escuela en los Emiratos Árabes, diseñó piezas a pedido que forman parte de colecciones privadas (como las que exhibe en las fotografías de estas páginas) e incluso un cuchillo diseñado con su puño fue obsequiado por la provincia al expresidente de Estados Unidos Bill Clinton.
Queda pendiente “alguna vez tener una producción determinada e ir a un remate. Me encantaría, pero nunca lo pude hacer, aunque sí he ido a exposiciones o ferias”, confiesa.
Un artista sin encasillar
A Gianelli lo definen como platero criollo pero él no lo cree así. “Me podría definir como que pertenezco a una cultura paisa-rock, porque me gusta Atahualpa Yupanqui y Pink Floyd por decir algo, eso también está transmitido en las piezas. Me gusta mucho la joyería por ejemplo (…) No sabría decir cuál sería la definición correcta, me parece que no la hay, el oficio del orfebre o del platero es abarcativo a cualquier cosa que vos quieras hacer. La platería criolla es tradición y la tradición es estática, y el arte es absolutamente dinámico. Si la platería está considerada un arte, se cae por si sola de ese marco”, reflexiona cuando se le pide un encasillamiento que lejos está de su parecer.
Sus orígenes con el arte de la platería surgen a los 14 años, como ayudante de artesano y trabajador en una fábrica. No se considera autodidacta sino un artista nutrido por varios maestros, entre los que destaca a Lito Ferreira, el primero en crear una escuela de platería en Olavarría, en 1978. “Siempre digo que mi mejor premio es un segundo premio detrás de él”, remarca, y destaca que Ferreira tiene las dotes de los artistas populares, que “opinan ideas, están tan por encima de todo, que cada cosa que dicen te ramifica, te nutre, te puebla, te alimenta”.
Gianelli, como uno de sus maestros, es un artista del campo popular. “El arte popular es un poncho calentito”, asegura y agrega que “lo piola de un trabajador de la cultura es que uno va buscándole la hondura, la profundidad con la herramienta, con el disparador que uno tiene y te podés meter en algo maravilloso que te da el arte o la cultura popular”.
Una de las obras más importantes, no por casualidad, es “Llamada obrera”, una escultura en hierro y bronce que fue creada tres años atrás para el gremio Soyem, que luego de ser descubierta en junio del 2014 por las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida y Nair Amuedo, luce en un espacio abierto de la sede gremial de la calle Gallardo. “Esa obra es una creación colectiva, la poética que tiene la obra casi que se construyó sola. Es la historia de los trabajadores desde las primeras torturas hasta hoy. Es llamada de nombrada, llamada de convocada y llamada de llamarada”, concluye.
El contacto con la gente
El trabajo en el taller es minucioso, lleva tiempo pero está “lo justo y necesario”. Para Yeye Gianelli “la mejor obra es el contacto con la gente, que me llevó hasta donde estoy”, y ese contacto lo genera no sólo con quienes se acercan con pedidos de piezas, con quienes debe haber un ida y vuelta necesario, sino también con la enseñanza de sus saberes a través de talleres.
Actualmente Gianelli dicta una capacitación en platería y metalística en el gremio Soyem y también lo hizo en El Bolsón, Lago Puelo, Puerto Madryn y Comallo, además de acompañar con capacitación e investigación a la cultura mapuche.
Puertas adentro del taller a veces realiza rutinas, generalmente cuando hay una producción que va a demandar mucho tiempo, pero primero debe definir la poética de la pieza (que surge de la charla previa con quien quiere la pieza), llevarla a un plano y después empieza a materializarse. “Ahí tiene que salir todo bien, lo que vos pensaste tiene que suceder”.
¿Se puede vivir del arte? “Como cualquier trabajador independiente es difícil y uno vive como marginal. Como cualquier trabajador navegas para subsistir”, asegura Yeye Gianelli, que cuenta que suele tener rachas de trabajo y un pasar más holgado cuando se logran tres o cuatro obras buenas.
Sobriedad y estilo en el cuchillo y su vaina.
Su paso por la
función pública
“La Patagonia tiene un capital enorme para desarrollar, hay un gran campo de acción para llegar a la industria cultural. La política o el Estado debería involucrarse más, comprometerse para que todo eso pueda salir y comprometerse a tal punto que se abra a que suceda lo que tiene que suceder, no decir lo que debe ser como ellos quieren”, define Gianelli quien tuvo su paso por la función pública en el 2012 cuando fue subsecretario de Cultura.
En su gestión se comenzaron a llevar programas culturales a los barrios del Alto y se realizó la intervención artística urbana llamada “In situ”, como parte de un plan de Cultura de Nación.
Una vida con el arte
Datos
- 14
- años tenía Yeye cuando comenzó a incursionar en la platería, como ayudante de artesano.
- 1979
- fue el año en que se instaló en Bariloche, lugar donde se siente “compenetrado y consustanciado”.
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